Padre Hugo Estrada, sdb

Es un sacerdote salesiano egresado del Instituto Teológico Salesiano de Guatemala. Obtuvo el título de Licenciado en Letras en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Acerca de

Más de medio siglo al servicio de la Iglesia Católica y 35 de dirigir el movimiento Carismático convirtieron al padre Estrada en líder de la feligresía guatemalteca.


Hugo Estrada Lemus, que ya rebasa las ocho décadas, no es un sacerdote común y corriente. A mediados de la década de 1970, a la par de su hermano René -también sacerdote- comenzó un movimiento que en sus inicios espantó a religiosos conservadores nacionales e internacionales: Renovación Carismática Católica, producto del Concilio Vaticano II, cuyos iniciadores en el país fueron monseñor Ramiro Pellecer, Monseñor Mendoza y los sacerdotes Willy Flores, José María Delgado Varela y René Estrada, cuando el arzobispo Metropolitano era el Cardenal Mario Casariego.


La idea era dinamizar las ceremonias religiosas, poner música a todo dar e incitar los aplausos en los creyentes, en el afán de lograr la presencia de un Jesús resucitado, el amor de Dios y la bendición del Espíritu Santo, en busca de sanación y el fortalecimiento de la fe.


La forma de predicar no convenció al principio, pero con los años, el carismático se convirtió en un movimiento que mueve montañas a lo largo y ancho de Guatemala. El responsable de ese terremoto religioso fue el Padre Hugo, decían quienes compartían de cerca con él y se encargaban de promover el nuevo sistema de veneración cristiana.


Y no es para menos. El padre comienza su rutina llegadas las cinco de la mañana y la termina a penas rebasadas las diez de la noche. Ofrece misas, comparte sus enseñanzas religiosas por la radio y la televisión, y organiza a grupos laicos de la Parroquia Divina Providencia, de la cual fue párroco por varias décadas.

Su magisterio no se quedó en las aulas de un colegio. Las llevó al altar. No en balde fueron quince años en el Salesiano Don Bosco –donde fue maestro de Literatura por muchos años- con jóvenes adolescentes, y otros diez en el Santuario María Auxiliadora, con chicas, a quienes orientaba en las buenas prácticas del Evangelio.


De su infancia siempre guardó gratos recuerdos de sus padres –sobre todo de su madre- y, como muchos ciudadanos de su época, admiró las actuaciones del gobierno del general Jorge Ubico Castañeda, quien gobernó el país entre 1931 y 1944. De otro lado, le duele recordar a sus hermanos Salvador -fallecido en un accidente- y René -el verdadero iniciador del movimiento carismático- fulminado por tres derrames cerebrales.


De hablar pausado, pero, sin duda, seguro, movimientos firmes y gestos de humildad, el padre Hugo, deja en evidencia su labor de servicio espiritual.

El padre Hugo estudió en el Colegio Don Bosco –en la década de 1940 llamado Santa Cecilia-. Ahí cursó la primaria. Como tuvo contacto permanente con los sacerdotes, se le ocurrió ingresar al Seminario, adonde, entonces, se entraba de niño. Fue en 1946,  cuando tenía diez años. La secundaria la estudió en El Salvador, pues allí estaba el seminario de la Congregación Salesiana, en la finca Ayugualo, camino al puerto La Libertad. Las prácticas de Magisterio las realizó en Don Bosco -sin ser sacerdote-, y los últimos cuatro años de Teología en el Instituto Teológico Salesiano de la zona 11.


Su madre, doña Angelina, lo llevaba al seminario a escondidas de su padre, don Salvador, porque este no estaba de acuerdo con que su hijo fuera religioso, opinión que dio un giro de 360 grados cuando Hugo fue ordenado sacerdote. Al final hubo dos sacerdotes en su familia: su hermano René, que falleció en 1999, y él.


Su adolescencia la pasó en el seminario. A los 11 años se fue a estudiar a El Salvador. Regresó a los 18, después de mucho estudio, lejos de la familia, pero en un ambiente sereno y tranquilo. De 12 aspirantes que se fueron de Guatemala, solo fueron ordenados el padre Lorenzo Castellanos, que fue asignado a la parroquia San Francisco de Asís, zona 19, y él, acto que fue encabezado por el obispo de El Salvador, Monseñor Arturo Rivera Damas.

En 1975, el padre René, su hermano, lo invitó a unas reuniones caseras de oración, en las cuales había aplausos, cantos y se oraba por sanación. Cosas bastante raras para él que no había sido educado en eso. Al principio no le gustaba, pero después le fue encontrando sabor. Sobre todo porque vio una presencia espiritual muy grande. Poco a poco se fue involucrando en el movimiento hasta que recibió el bautismo en el Espíritu Santo, que concuerda con una nueva conversión personal. La práctica carismática se ha expandido por todo Guatemala, aunque en su momento fue muy cuestionada, lo cual, para el padre Hugo, resultó ser muy normal.

- La renovación siempre viene a molestar a quien no quiere moverse en algo, habría dicho en una ocasión.


Pero, ¿cómo ha logrado despertar el interés de la feligresía para que participe?

- No tanto yo. El movimiento lo va llevando a uno, expresó en una tarde aireada de octubre.


Y es que en el proceso carismático aprendió el papel que tiene el sacerdote con el laico y está seguro de que se trata de un trabajo de grupo, ya que quien se convierte, se compromete totalmente en la evangelización.

- Pienso que ha sido una gran decisión de la Iglesia darle un nuevo auge a la liturgia. El movimiento carismático ha llevado a la gente a una conversión más profunda.


De hecho el Vaticano lo ha  apoyado, aunque en buena parte de la feligresía todavía haya recelo para ponerlo en práctica totalmente, pues, a su juicio, a muchos les gusta todo callado durante la misa.


El padre Hugo ha repetido abiertamente que la Renovación viene a poner el sentido de un Jesús resucitado, de gozo, de cantos alegres, de aplausos, y eso, al principio a muchos no les gustó, pero, conforme pasa el tiempo, todas las iglesias se han contagiado con la renovación carismática en sus ceremonias.

La idea aquella de que la Iglesia Católica no ha respondido a los intereses espirituales de los feligreses y por eso se cambian a otros grupos, no agrada al líder, quien, por el contrario, supone que algunas iglesias han descuidado a los fieles, no les instruyen ni les predican, además de tener ceremonias aburridas. A la par, pregona, hay otras en donde la feligresía está muy contenta, a pesar de todas las ofertas que les hacen otras denominaciones religiosas, hasta de tipo económico.


Él nunca pierde la seguridad de que el futuro religioso de Guatemala es muy bueno, y se fundamenta en que la Iglesia Católica, después del Concilio Vaticano II pasó por un avivamiento muy grande, un despertar espiritual del laico en los nuevos movimientos religiosos.


Aparte de su vocación religiosa, el padre Hugo Estrada también ha vivido otra faceta particular: la de escritor. Su producción ha sido amplía: poesías, cuentos, críticas literarias y devociones religiosas forman parte de su prolífica inspiración, y sus libros han circulado por toda Centro América, México, Colombia, Perú y Ecuador, así como en Los Ángeles, Miami, Nuevo Orleans y Chicago, Estados Unidos.


Y es que en esos escritos deja de manifiesto lo que piensa de la vida. Que es un gran don de Dios, que da la oportunidad para que los parroquianos puedan prepararse a la Vida Eterna, que está llena de dificultades, que, si no fuera por ellas, no habría la posibilidad de purificarse para encontrarse con Dios. Es algo así como la oportunidad que se nos presenta para demostrar que somos capaces de resolver nuestros problemas. Es más como un examen acerca de lo que somos.


- Si decimos que amamos a Dios, lo demostramos en el momento de la dificultad del prójimo para lograr la salvación, proclama para explicar sus argumentos.

¿Salvación…? Sí, salvación. Esa palabra la guarda en sus adentros, producto del significado del nombre Sotero, su santoral, cuyo nombre no le habría gustado llevar nunca, al igual que Cayo, el otro santo que también bendijo el día en que nació: 22 de abril. Al final a ambos les dio la libertad para quedarse con la Virgen María y con San Juan Bosco como su santo de la devoción, ya que este fue el fundador de su congregación.


Es ahora en el año 2025, que gracias a la acción del Espíritu Santo y a personas cercanas a su formación, miembros de la Parroquia Divina Providencia, miembros de la Renovación Carismática y como fruto de la amistad y respecto que ha existido entre padre Hugo Estrada y Padre Juan Rivas, LC. (Hombre Nuevo), hemos llegado a obtener los permisos de uso — Con firma de contrato de la misma mano de Padre Hugo Estrada — para convertir las docenas de series en audios en cursos de micro aprendizaje con dos finalidades especificas. La primera: preservar la maravillosa enseñanza que Dios a permitido generar a través de la voz de Padre Hugo Estrada y en la  segunda transmitir a las nuevas generaciones los contenidos de esas enseñanzas.


¡Ah, el padre Hugo…! Seguirá dando batalla por mucho tiempo.

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