Dios nos creó y estamos de regreso hacia Él. Él, al mandarnos a este mundo, nos dio un boleto de ida y vuelta. Todo el sentido de nuestra vida está contenido en esta verdad: estamos regresando a la casa paterna. No todo el mundo tiene la suerte de conocer esta verdad.
¡Hay tantos seres humanos que están vagando por las tinieblas de la duda y de la incertidumbre! Pensemos en los espiritistas que creen en la reencarnación, en los materialistas que piensan que todo es materia y que el hombre tiene la misma suerte de una planta o de un pájaro... Debemos dar gracias a Dios por el don de la fe en esta verdad que es el eje de la existencia humana: Dios es nuestro principio y mi fin.
El gran error de nuestras vidas es vivir desorientados y engañados, creyendo que vamos siguiendo un sentido... cuando en realidad cada día nos alejamos más del verdadero sentido: Dios. El que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término.